Ni el mejor geógrafo conoce el mundo
como yo conozco tu cuerpo
y sus rincones.
De ese microcosmos
me sobran los mapas.
Y tus labios eran los dos hemisferios
de un mundo
en el que no me importaba perder el Norte
si era a base de besos.
No te muevas,
que quiero cartografiar
los contornos de tu voz.
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