sábado, 29 de junio de 2013

A la Inmortal.

No lo eres todo

pero curiosamente
sin ti no soy nada.

No sé qué hago
tras algo que ignoro
si existe,

y si acaso existe
lo hace con la fugacidad
de los días de verano,
que siempre vuelven
pero nunca viven
para contarlo.

Y qué vida más vacía
cuando no me haces beber
destilados de poema
y girar en sentido antihorario
(hasta que nos den las seis),

y qué poco me quedaría
si no supiera
que estás ahí
aunque te vayas con otro,
maldito colibrí,

y qué tristeza
y qué felicidad
eso de tenerte cerca
aunque no estés
a mi lado.

Porque contigo
dejé de creer en el "siempre"

para amar
el "de vez en cuando".

Tú,
cambiando el mundo
que resbala bajo tus pies.

Tú,
con sus consecuencias.

martes, 25 de junio de 2013

Nota autodestructible.

Te quiero

sin pausa

sin comas

y punto

lunes, 17 de junio de 2013

La vuelta al Infierno en 66 despedidas.

     Una herida en el tronco de un árbol me ha tintado el iris de olor a hojas secas.
     Ya hace tiempo que se fue, las manos en los bolsillos, como si en ellos se encontrara la respuesta a la pregunta que siempre nos hace el viento: "¿por qué os corto los labios?".
     Se ven pájaros enjaulados al fondo del pasillo. Vuelan, en círculos concéntricos cada vez más pequeños, creyendo que los barrotes de su prisión se van estrechando. Ellos saben que están encerrados porque son virtuosos cantantes, pero lo que sus carceleros en realidad escuchan es la desgarradora voz del llanto de un ser nacido para hacer el amor con el aire.
     Pésimo final.
     Pero el sol se ha alzado en la esquina del folio, como en los dibujos de los niños pequeños. Se desangra, eclipsado por doscientos setenta grados de Nada azul transparente, bajo la tenta mirada del Infinito. Sádico placer.
     Estás tú, contando los cigarros que te quedan para vivir más años. Está ese olor a tabaco que se pega a las líneas del pentagrama, escribiendo la banda sonora de nuestra erupción simultánea.
     Y es como intentar derrotar al Azar jugando al póquer o tirando los dados sobre un tapete gastado, que resulta ser la orilla del Mal cuando la marea sigue baja. Pero claro, llega mi turno y ya tengo los pulmones encharcados de llamas.
     Con razón
     besarte
     era
     como besar
     carbón.

miércoles, 12 de junio de 2013

Poemas en una botella #2.

Ya no me queda otra
que emborracharme

de cerveza,
de olor a mar,
de poesía,
de ti,

pero emborracharme

para borrar de mi cabeza
prismas esféricos
descomponiendo el sol
en luz azul,
                    verde,
                                marrón
y siempre negra;

para que el Sena
no fluya tan deprisa
bajo los puentes
que Madame Eiffel vigila,

porque borracho
París es más bonita,
y los coches,
y el viento,
y las despedidas;

para saber
que no sé dónde estoy
pero que soy,
sin mí
pero contigo
aunque te sobre medio tú;

para ver
con los ojos entornados
de la embriaguez
lo que los demás
sólo han mirado;

para que la botella
cobre vida
y me cuente
que una vez probó tu saliva
y que le ardiste en la boca,
pero que aún así
volvería a incendiarse;

en fin,

para emborracharme,
porque ya no me queda otra.

jueves, 6 de junio de 2013

Espejo sucio.

mirar
ver

oir
escuchar

dormir
soñar

hacer
crear

¿igual?
no
lo mismo

ser
existir

siempre se dice
cuando se habla

pero hablar
no siempre es decir

es decir

es distinto
y a veces lo mismo

y a veces

mentir
no es engañar

pero las palabras
mienten

y engañan

¿a la vez?
no
al mismo tiempo

domingo, 2 de junio de 2013

Lección I - Fuerza de sustentación.

No sé si recuerdas
cuando nos burlábamos de los rayos,
mientras los demás miraban acojonados
la tormenta tras el cristal,

y eso que el sudor
que sobrenadaba
nuestras sábanas
era más conductor que cualquier metal.

Que el arte de elevarnos
lo perfeccionamos en el Abismo más profundo
hundiéndonos
en prisiones de luz.

Incluso una vez
nos adelantamos al compás de los segundos
por tu puta obsesión de vivir rápido,
pensar poco
y morir de vicio;
que contigo la vida sí que eran dos días,
uno de resaca y otro de agonía.

A pesar de que nuestra única estación
fuera el Infierno,
sabías de sobra
qué trenes llevaban a la primavera,

pero te guardaste el secreto,
y me dejaste arrastrando unas alas
que no volvieron a elevarse

pues ya no las recorrían tus corrientes.