jueves, 28 de marzo de 2013

La tormenta perfecta.

Lluéveme,
hoy te quiero
en cada poro de mi piel,
que desde que no me atormentas
no se ve el sol,
ni las cervezas saben a miel
porque ya no llevan
tu saliva.

Reconstrúyeme,
que te dejaste a medias
los senderos que trazabas
en mi espalda,
esos que dolían
(a zarpazos y dentelladas),
mientras yo
te dolía más por dentro.

Destrúyeme,
que hoy me apetece ser polvo
o no ser;
la existencia se hizo pesada
y las horas anchas,
sólo me queda tiempo que perder,
un poco de poesía
y una chusta mal apurada.

Lluéveme,
eres la tormenta perfecta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario